El técnico siempre es el fusíble.

Ver un partido de fútbol simplemente como espectador para analizar la posición de los futbolistas y el manejo de pelota puede ser muy placentero.

Podemos observar a simple vista y en escasos minutos si un equipo tiene coordinación entre sus líneas y si los técnicos armaron un buen grupo humano con pretensiones de lograr algo importante, de acuerdo a como se desenvuelven dentro de una cancha.

De acuerdo a esto y al trabajo realizado...En un arco existen jugadas que se concretan en gol, en el otro las mismas no tienen destino similar, porque se falló...? Por circunstancias del juego.
 
Tal vez se se nos ocurra decir que el de camiseta azul es defensivo o el de naranja es ofensivo.

En muy pocas cosas nos pondremos de acuerdo a la hora de intercambiar ideas. Y en ese intercambio de pensamientos, unos dirán que tal jugador es lo máximo y otro pensará todo lo contrario.

Algunos culparán al técnico por un mal resultado, otros insultarán a los futbolistas, criterios dispares para una misma jugada o resultado,depende de cada persona.
Imagínen… pobre tipo al que le toque armar un combinado para el Argentino B como Guarani Antonio Franco por ejemplo.

El que a la postre llege a ser adiestrador se encontraría en un dilema. Pensaría una y mil veces para poder tomar la decisión mas coherente a la hora de convocar jugadores.

Se trata de una elección muy difícil, a quienes llama, que sistema de juego emplea, y también no hay que olvidarse de la presión extra, la de la gente que exige constantemente que se gane, muchas veces influidos por los medios de comunicación piden no importando el tiempo de trabajo, un triunfo.

Y cuando los resultados no aparecen salta el fusible. Pasan los técnicos y se van, algunos sin pena ni gloria porque se pierden dos partidos seguidos o no se cumplen con los objetivos.

De ser considerado el mejor del mundo, en tan poco tiempo es caratulado luego, como el peor de todos.